Nota tomada de: www.noroeste.com.mx
Familiares y socorristas de la Cruz Roja recuerdan a Genoveva Rogers Lozoya, quien murió el 28 de febrero de 2010 por un balazo que le dispararon adentro de la institución
IONSA/Especial
CULIACÁN._ En la memoria de los socorristas de la Cruz Roja Mexicana en Culiacán todavía está vivo el sonido de los balazos que retumbaron en el interior de la institución el 28 de febrero de 2010. Para ellos, el ruido es tan claro como si acabara de pasar.
Igual de presente está el recuerdo de Genoveva Rogers Lozoya, alcanzada por una de esas balas. Uno de esos disparos acabó con los sueños de esta joven de 21 años que quería ser abogada.
A un año de la muerte de Genoveva, sus compañeros la recuerdan como sonriente, alegre, amigable y comedora de galletas y chocolates.
Familiares y socorristas de la Cruz Roja recuerdan a Genoveva Rogers Lozoya, quien murió el 28 de febrero de 2010 por un balazo que le dispararon adentro de la institución
IONSA/Especial
CULIACÁN._ En la memoria de los socorristas de la Cruz Roja Mexicana en Culiacán todavía está vivo el sonido de los balazos que retumbaron en el interior de la institución el 28 de febrero de 2010. Para ellos, el ruido es tan claro como si acabara de pasar.
Igual de presente está el recuerdo de Genoveva Rogers Lozoya, alcanzada por una de esas balas. Uno de esos disparos acabó con los sueños de esta joven de 21 años que quería ser abogada.
A un año de la muerte de Genoveva, sus compañeros la recuerdan como sonriente, alegre, amigable y comedora de galletas y chocolates.
"Todavía tenemos muy presente cuando el amigo este entró y los otros atrás de él, cuando le dispararon y el balazo le dio a Geno", comenta un paramédico.
El miedo, aseguran, nunca estuvo presente, pues es más grande la voluntad de servir a los demás y por eso ninguno renunció, a pesar de que a algunos de sus familiares les pidieron que dejaran Cruz Roja.
'Ha sido un infierno'
Guillermo Rogers tiene muy presente aquel 28 de febrero cuando a las 8:40 horas levantó la bocina del teléfono y el mundo se le vino encima: le avisaron que su hija había muerto.
"Desde el momento en que nos enteramos de lo que le pasó, ha sido un infierno nuestro vivir moralmente, es un infierno que llevamos dentro de nuestro corazón", expresa.
En la sala de su casa, junto con su esposa Genoveva Lozoya, Guillermo y las madres de otros dos socorristas que fallecieron por enfermedad leen la Biblia y oran por las tardes.
Los cuatro llevan una herida en el alma por la pérdida de un hijo o hija, y juntos buscan sobrellevar el dolor.
"Somos el conducto para llegar a Dios, fue Él quien nos juntó para que nos acercáramos a Él, porque este dolor ningún médico, ninguna terapia lo sana, sólo Dios", comenta una de las señoras.
Acercarse a Dios, a la mamá de Genoveva le ha permitido volver a vivir, que su vida tenga sentido otra vez, pues antes, tras la muerte de su hija, ya no quería vivir.
Genoveva Lozoya no dormía y pasaba toda la noche junto a la foto de su Geno, pero cuando se acercó a Dios pudo mitigar un poco el dolor.
El apoyo de los socorristas de la Cruz Roja y de personas que no conoce, pero que llaman a su casa para darle mensajes de aliento, también le han ayudado moralmente.
"Me siento muy agradecida de tantas personas, de todos mis muchachitos de la Cruz Roja, que mi hija se fue, pero me los dejó a ellos y me han brindado tanto amor, tanto apoyo, han sido conmigo tan buenos", recalca.
En las paredes de la sala de la familia Rogers Lozoya hay fotos de Genoveva sonriente y portando su uniforme de paramédico.
En una mesa sus padres tienen una muñeca de trapo con el uniforme de la Cruz Roja y una foto de Geno sobre sus manos, que la propietaria de una fábrica de Estados Unidos les regaló.
'Que Dios los perdone'
Aunque lleva un dolor inmenso, Guillermo no guarda rencor a los que le quitaron a su hija para siempre, y a las autoridades no les exige justicia.
"Yo no soy Dios para perdonar; a Dios lo abofetearon y puso la otra mejilla, Él es el que perdona a sus hijos", comenta.
"Todo lo dejo en manos de Dios, porque así como Dios nos da la vida, Él nos la puede quitar, con el odio que yo sienta no voy a ganar nada, la verdad, no voy a ganar nada, entonces ahí que Dios los perdone".
Desde el crimen de su hija, las autoridades nunca les han mostrado avances en las investigaciones, y a él ya no le interesa.
Los olvida el Gobierno
El apoyo sicológico que el Gobierno del Estado ofreció a la madre de Genoveva sólo duró un mes. La señora Genoveva Lozoya acudió durante aproximadamente cuatro semanas a la institución "Déjalos ir con amor" a recibir terapia, pero una día le llamaron a su casa y le dijeron que ya no fuera, porque el Gobierno ya no estaba pagando y tenía un adeudo con la institución.
Para Guillermo, su esposa todavía necesita este tipo de ayuda, por eso pide a las autoridades que les regresen ese beneficio.
En el caso del seguro, dice que a un año todavía no se los han pagado y nada más los han traído en vueltas.
Un año difícil
Para los familiares, amigos y compañeros de Geno ha sido un año difícil sin ella, sin sus bromas y comentarios inocentes.
En el lugar donde cayó, ya no hay nada, por dentro el cubículo está vacío, pero por fuera nunca faltan las flores y las veladores que los paramédicos colocan en su recuerdo y por su eterno descanso.
La socorrista ha merecido homenajes, incluso una ambulancia lleva su nombre en su honor... pero no ha merecido justicia.
"Desde el momento en que nos enteramos de lo que le pasó, ha sido un infierno nuestro vivir moralmente, es un infierno que llevamos dentro de nuestro corazón".
Guillermo Rogers
Papá de Genoveva
"Me siento muy agradecida de tantas personas, de todos mis muchachitos de la Cruz Roja, que mi hija se fue, pero me los dejó a ellos y me han brindado tanto amor, tanto apoyo, han sido conmigo tan buenos".
Genoveva Lozoya
Mamá de Genoveva
El asesinato
Genoveva Rogers Lozoya, radiooperadora voluntaria de Cruz Roja, murió el 28 de febrero de 2010 después de recibir un balazo en la cabeza, en el momento en que un grupo armado intentó rematar a un baleado en las instalaciones de la benemérita institución.
Rogers Lozoya, tenía 21 años, y dos como radio de la institución en la Cruz Roja.
El asesinato sucedió alrededor de las 08:20 horas cuando Adán Zazueta Samaniego, de 27 años, quien había sido atacado a balazos en el fraccionamiento Los Ángeles, llegó por su propio pie para recibir atención médica a la clínica que se localiza entre el bulevar Gabriel Leyva Solano y la calle Ruperto L. Paliza.
Cuando Zazueta Samaniego ingresó a las instalaciones de la Cruz Roja, detrás de él llegaron varios sujetos armados quienes lo remataron, hieriendo en la cabeza a Genoveva.
Paramédicos que se encontraban en el lugar trasladaron a su compañera a un hospital, donde minutos después falleció.